Estos dos primeros partidos ante Paraguay y Brasil servirán para que el cuerpo técnico haga una evaluación de su propuesta estratégica, sus movimientos tácticos y la revisión de los convocados para ver si están todos los que son y son todos los que están. Entendiendo que muchas veces las alineaciones se hacen en función del rival: si juega de local, su nivel físico y técnico. Hasta ahora se han dado demasiadas ventajas. La situación exige una revisión urgente en todos los órdenes.
Ante Paraguay se regaló el gol que les dio la victoria en Puerto Ordaz. Anoche en Fortaleza, frente a los brasileños, volvimos a la generosidad; se le dieron dos “regalos” a los locales en la ciudad de fortaleza. No se puede ser tan generoso.
La idea de este trabajo no es “hacer leña del árbol caído”. No. Me corresponde como comentarista –o como fanático a morir de la nuestra selección de fútbol- plantear las debilidades y fortalezas que tiene nuestro combinado en el sentido individual y colectivo; y que sean estas propuestas elementos de juicio –el cuerpo técnico verá si tiene a bien valorarlas o no- al igual que las que puedan realizar colegas periodistas, comentaristas y aficionados; a quienes nos duele nuestra Vinotinto.
Lo que está a la vista no necesita anteojos. El combinado que dirige Noel Sanvicente necesita una revisión de los jugadores seleccionados y de la propuesta táctica. La lentitud en la salida desde la media cancha hacia el arcó contrario es lenta -a mi modo de ver por el exceso de horizontalidad- que permite a los rivales regresar y armar sus sistemas defensivos. Falta verticalidad y cambio de ritmo. Cuesta un mundo llegar al área rival, hasta el punto que se sigue contando con una pelota detenida para inquietar a la defensa rival. La horizontalidad es buena cuando se está ganando y se quiere hacer tiempo o atraer la defensa rival.
En ese sentido, la propuesta de horizontalidad no está siendo beneficiosa para la selección, de puro Perogrullo, pues. La defensa y la primera línea de volantes recuperan la pelota e inmediatamente se pierde y vuelve el ataque rival. No hay recuperación física, ni mental de los jugadores defensivos.
Ante los paraguayos no se llegó a crear ni una solo jugada de peligro, con claridad, en el área enemiga. Frente a los brasileños –después de la inclusión de jugadores más verticales- la situación cambió y los brasileños se vieron obligados a defenderse.
Dos jugadores de recuperación – Tomás Rincón y Luis Manuel Seijas- le informaron públicamente al cuerpo técnico que ellos tienen que estar más cerca del arco rival, no tan lejos como han venido jugando. Cuando ellos –Rincón y Seijas- se juntaron, subieron y se comunicaron con Santos, Murillo, Rondón, Rosales, Cichero y González la dinámica de la selección fue otra. Hubo diálogo vertical, cambio de ritmo y se crearon situaciones de peligro, sobre todo que Cristian Santos sorprendió a la defensa brasileña con su juego aéreo, su agresividad y fuerza. Hasta ese momento la preocupación del rival en balones por arriba era Salomón Rondón, quien en cada juego hace un gasto físico increíble, sin tener –hasta ayer- quien le surta de balones.
En escasos días se vienen la tercera (Bolivia en su casa) y cuarta jornada (Ecuador en Puerto Ordaz) y el cuerpo técnico tiene que revisar su lista de convocado y su planteamiento táctico. Unos jugadores tendrán que salir y otros que en entrar. También la ubicación de algunos futbolistas en el terreno de juego. La altura de Bolivia exige otros actores en el terreno, sobre todo aquellos que tengan una gran capacidad pulmonar. Ecuador propone un fútbol rápido, agresivo, vertical; por lo que se requiere futbolistas que contrarresten esta forma de jugar.
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Redacción: Roger Perozo Reyes.
Fotografía y Diseño: Jesús Baldonedo.